martes, 23 de octubre de 2012

Fin del Monopolio del Royal Mail


Aunque Inglaterra no inventó el correo (aunque si el sello postal), ningún servicio postal del mundo está más ligado en la mente de la gente a un país, que el servicio postal británico.





Desde los lejanos días en que Eduardo I (1272-1307) estableció los primeros servicios postales a través de todo el reino, siguiendo con el servicio del “penny post” establecido por William Dockwra en 1680 hasta la invención del sello postal por Rowland Hill, siempre hemos asociado el correo a Inglaterra. A lo largo de casi cuatro siglos, el Royal Mail ha sido sinónimo de un servicio postal eficiente y confiable.

Hoy, sin embargo, estamos viviendo tiempos de cambios y el vetusto servicio postal británico tendrá que hacer frente a la competencia. Por primera vez desde los tiempos de Carlos II, cualquier empresa establecida en Gran Bretaña podrá dar servicio de transporte de correspondencia. Hasta el momento, 14 empresas entre las cuales se incluye DHL que ya presta servicio en nuestro país, se han tirado a la lisa.

¿Cómo impactará esta apertura sobre el servicio postal? ¿Ofrecerán las empresas un servicio más eficiente o a un precio menor que el ofrecido por el Royal Mail? Estas son dos buenas preguntas.

Por otro lado existe un aspecto del servicio postal que guarda relación con asuntos legales. Si usted envía un documento por el correo y la institución le expide un comprobante de que usted depositó ese documento (supongamos que es el pago de un impuesto con una fecha límite para el pago), si el destinatario no lo recibe, el comprobante de despacho tiene fuerza legal frente a cualquier demanda que usted reciba por mora. ¿Se le reconocerá igual fuerza legal a un documento enviado por un correo privado?

De todos modos, ya el paso está dado. Suecia fue el primer país de Europa en romper el monopolio estatal y paulatinamente todos los países de la Unión Europea tomarán medidas similares. Para 2009 se estima que todos los miembros de la Unión Europea habrán abierto sus puertas a los correos privados. Con esto se cerrará de nuevo el círculo que inició Amadeo Tasso en 1290 cuando inició un servicio privado de transporte de la correspondencia en la República de Venecia.

En nuestro país, había una ley establecía que si usted quiere enviar con un pariente una carta a una persona residente, digamos en Puerto Plata, si envía la carta cerrada, debe aplicar al sobre el franqueo establecido en la tarifa vigente; aunque se puede enviar la carta si va en un sobre abierto. Aunque esa es la ley no sabemos que en algún momento de nuestra historia postal a alguien se le haya aplicado una multa por transportar una carta cerrada sin franqueo.

En tiempos de la ocupación norteamericana de 1916-1924 las penas por transportar una carta fuera del sistema postal eran de de $5,000 dólares o con encarcelamiento por un término no mayor de 5 años, o ambas penas. A pesar del rigor con el cual los norteamericanos hacían cumplir la ley en esos tiempos dudamos que alguna vez estas penas fueran aplicadas.