Aunque
Inglaterra no inventó el correo (aunque si el sello postal), ningún servicio
postal del mundo está más ligado en la mente de la gente a un país, que el
servicio postal británico.
Desde los
lejanos días en que Eduardo I (1272-1307) estableció los primeros servicios
postales a través de todo el reino, siguiendo con el servicio del “penny post”
establecido por William Dockwra en 1680 hasta la invención del sello postal por
Rowland Hill, siempre hemos asociado el correo a Inglaterra. A lo largo de casi
cuatro siglos, el Royal Mail ha sido sinónimo de un servicio postal eficiente y
confiable.
Hoy, sin
embargo, estamos viviendo tiempos de cambios y el vetusto servicio postal
británico tendrá que hacer frente a la competencia. Por primera vez desde los
tiempos de Carlos II, cualquier empresa establecida en Gran Bretaña podrá dar
servicio de transporte de correspondencia. Hasta el momento, 14 empresas entre
las cuales se incluye DHL que ya presta servicio en nuestro país, se han tirado
a la lisa.
¿Cómo impactará
esta apertura sobre el servicio postal? ¿Ofrecerán las empresas un servicio más
eficiente o a un precio menor que el ofrecido por el Royal Mail? Estas son dos
buenas preguntas.
Por otro lado
existe un aspecto del servicio postal que guarda relación con asuntos legales.
Si usted envía un documento por el correo y la institución le expide un
comprobante de que usted depositó ese documento (supongamos que es el pago de
un impuesto con una fecha límite para el pago), si el destinatario no lo
recibe, el comprobante de despacho tiene fuerza legal frente a cualquier
demanda que usted reciba por mora. ¿Se le reconocerá igual fuerza legal a un
documento enviado por un correo privado?
De todos modos,
ya el paso está dado. Suecia fue el primer país de Europa en romper el
monopolio estatal y paulatinamente todos los países de la Unión Europea tomarán
medidas similares. Para 2009 se estima que todos los miembros de la Unión
Europea habrán abierto sus puertas a los correos privados. Con esto se cerrará
de nuevo el círculo que inició Amadeo Tasso en 1290 cuando inició un servicio
privado de transporte de la correspondencia en la República de Venecia.
En nuestro país,
había una ley establecía que si usted quiere enviar con un pariente una carta a
una persona residente, digamos en Puerto Plata, si envía la carta cerrada, debe
aplicar al sobre el franqueo establecido en la tarifa vigente; aunque se puede
enviar la carta si va en un sobre abierto. Aunque esa es la ley no sabemos que
en algún momento de nuestra historia postal a alguien se le haya aplicado una
multa por transportar una carta cerrada sin franqueo.
En tiempos de la
ocupación norteamericana de 1916-1924 las penas por transportar una carta fuera
del sistema postal eran de de $5,000 dólares o con encarcelamiento por un
término no mayor de 5 años, o ambas penas.
A pesar del rigor con el cual los norteamericanos hacían cumplir la ley en
esos tiempos dudamos que alguna vez estas penas fueran aplicadas.