miércoles, 24 de junio de 2015

El túnel del tiempo de la filatelia: Los cupones internacionales de respuestas (Parte l)

La Filatelia al Día
29 De mayo de 1982: No 118
Por Danilo A. Mueses

Hace unos días una amiga, que estaba interesaba en inscribirse en un curso en los Estado Unidos, recibió de la universidad una carta en la cual le pedían que enviara un dólar en sellos de correo. Lo que mi amiga recibió fue una carta circular que la escuela envía a sus estudiantes en los Estados Unidos y para quienes no representa inconveniente alguno enviar un dólar en sellos; para mi amiga, en cambio, que desconocía la existencia de los cupones internacionales de respuesta, constituyó un problema más serio pues debió encargar los sellos con un amigo que viajaba hacia los E.U. con las consiguientes molestias y demoras.

Para resolver ese tipo de problemas fueron creados los cupones internacionales de respuestas, los cuales están reglamentados por el Art. 188 de la Convención de la Unión Postal Universal.
Un Cupón Internacional de Respuesta es un cupón de 105 x74 mms impreso en papel de suministrado por la Oficina Internacional de la Unión Postal Universal y que tiene una filigrana con las letras UPU.

Cada país tiene derecho a emitir sus propios cupones siempre que los mismos cumplan con las regulaciones de la UPU, pero la mayoría de los países pequeños como el nuestro donde el movimiento de cupones es reducido, operan en base a los cupones que les llegan a través del público. Por ejemplo si alguien recibe dos cupones desde Francia, va con ellos al Correo y allí se los canjean por sellos. Cuando otra persona va al Correo y pide cupones se los vende de aquellos que esa persona hacía poco había llevado a canjear.

El cupón lleva las inscripciones en francés y dice textualmente:
“Este cupón podrá canjearse en todos los países de la Unión Postal Universal por uno o varios sellos que representen el franqueo mínimo de una carta ordinaria.  Expedida al extranjero por vía de superficie”

En la parte inferior lleva tres recuadros. El primero, está destinado al sello de la oficina de origen del cupón que en el caso mostrado fue la ciudad de Gelsenkirchen en Alemania: el recuadro del centro está destinado al precio de venta que como podemos ver, su indicación es facultativa y en este caso fue omitida y el tercer recuadro está destinado al sello de la oficina que solicita el canje.

Vamos a explicar un poco mejor eso de la oficina que solicita el canje. Supongamos que a final de año la oficina de correos de Santo Domingo dispone de 2,000 cupones que ha recibido por diferentes vías. 

Aquí los cupones los venden a 13 centavos y lo intercambian por ese valor en sellos; por tanto cuando el correo ha acumulado 2,000 cupones, se ha desprendido de $260 en sellos. Entonces tendrá dos alternativas que sería tratar de vender al público de nuevo esos cupones (si es que tiene demanda) con lo cual recuperaría en  efectivo sus $260 o enviarlos a la Oficina Internacional de la UPU donde consigue el equivalente a 40 céntimos de franco suizo por cada cupón. Si la Oficina de Correo de Santo Domingo pretende liquidar sus cupones a través de la oficina Internacional, le pone a cada uno su sello en el recuadro de la derecha.


En el reverso cada cupón lleva en alemán, inglés, árabe, chino, español y ruso,  la misma inscripción que lleva en el anverso en francés. Naturalmente que si la inscripción en el anverso en español, ese idioma entonces no aparecerá en el reverso si no el francés y así sucesivamente.

miércoles, 17 de junio de 2015

El túnel el tiempo de la filatelia: El Correo como un servicio a la Comunidad (Parte lI)

La Filatelia al Día
Mayo 22  de 1982: No 117
Por Danilo A. Mueses

En el mundo moderno, cobran cada día mayor importancia las comunicaciones. De ahí que la mayoría de los gobiernos se encuentren preocupados tanto por el deterioro en el nivel de servicio como por los costos crecientes del correo.

El público que protesta y se han producido situaciones como son empresas que operan  por correo y que dependen de que los costos de franqueo sean razonables y de que haya rapidez en servicio, que han llegado hasta la quiebra. Otras empresas han tenido que variar sus sistemas y aún ha habido empresas que han optado por enviar su correspondencia a otros países en grandes paquetes para que se le despache desde allí.

Supongamos una empresa que debe despachar  desde los E.U. 4,000 piezas semanales a clientes en su país. Como el costo de esas 4,000 piezas a 20c. Serían $800, esa empresa puede optar por enviar a la Rep. Dom. , en un paquete que podría pesar unos 50 kgs y tener una persona que se encargue de despacharlos desde aquí por el beneficio del cambio de moneda y ahorrarse unos $300 semanales o $15,000 por año.

Hay países sin embargo, que han enfrentado el problema con decisión. Un ejemplo de éstos ha sido la Oficina de Correo de Brasil. Las autoridades postales de ese país comenzaron a manejar el correo una empresa privada al margen del Gobierno Central y las cosas comenzaron a mejor.

En vista del éxito económico alcanzado por la Administración de Correos de Brasil, los administradores postales de otros países preguntaron a Adwaldo Cardoso Balto de Barros, Director de la Oficina de Correos sobre la clave de su secreto.  “No tenemos ningún secreto” respondió Cardoso “Nuestras línea de acción puede encontrarse en cualquier libro de economía básica”.

Entre las principales medidas adoptadas estuvieron:
  •         Aumento de los precios de  los postales, anteriormente subvencionado por el Estado.
  •         Actualmente, enviar una carta dentro de Brasil cuesta  el equivalente de 10c de dólar.
  •         Creación de nuevos servicios especiales para caratas comerciales entre empresas, con bolsas de correos exclusivas y tarifas de descuentos.
  •         El imanación de los impuesto políticos (léase botellas) y de los empleados a los que antes no se podían despedir, y aplicación de las mismas leyes laborales que rigen en las empresas privadas.
  •         Reducción drástica de los costos de transporte de cartas entre diferentes ciudades mediante la información de una flota de aviones privados y alquilados, que ahora llevan la correspondencia.
  •        Ampliación de su departamento filatélico que ahora recibe más de $1.0 millones de dólares mensuales por sus ventas a los coleccionistas.

Como consecuencia de los cambios operados en el servicio, en 1978 la Oficina de Correos de Brasil tuvo ganancias de más de $40 millones de dólares. Como opera como si fuera una empresa privada, sus utilidades las invierte en bonos del Gobierno que ganan una alta tasa de interés, pero paralelamente han iniciado un programa de modernización todo su equipo automatizándolo y capacitando a su personal para que mejoren la eficiencia de la Institución. El Correo de Brasil maneja más de 3,000 millones de piezas por año.

Lo que se ha hecho en Brasil, es evidente que se puede hacer en otros países, incluyendo el nuestro. El problema en la mayoría de los casos es que se opta por la solución más fácil que es aumentar la tasa sin preocuparse verdaderamente de origen del déficit, en consecuencia, el público se ve obligado a pagar tasa cada día más elevadas sin que paralelamente el nivel de servicio mejore.


La República Dominicana tiene actualmente una de las tasas más bajas del mundo, pero por otro lado el servicio es muy pobre (recientemente recibimos una pieza que nos había enviado en agosto del pasado año). Se ha hablado últimamente de aumentar las tarifas. No sabemos cómo estará aquí la relación entre ingresos pero, como los ingresos mayores que se producirían como consecuencia del auto de las tarifas no irían al Correo sino a los fondos generales del país, no hay ninguna garantía de que el servicio mejorará.

viernes, 12 de junio de 2015

El túnel del Tiempo de la Filatelia: El correo como un servicio a la comunidad (parte I)

La Filatelia al Día
15 de mayo de 1982.No 116
Por Danilo A. Mueses.

Podríamos afirmar que durante el primer siglo del sello de correos, el servicio postal era además de servicio, un negocio.

Los países además de servir a cada ciudadano transportándole su correspondencia a cualquier punto del mundo que se le antojase, esperaba en cambio, además de cubrir sus costos, obtener algún ingreso.

Había, claro está, países donde, ya sea por el elevado nivel del servicio que prestaban, o por los altos salarios que siempre han pagado a sus empleados, el correo ha tendido a ser deficitario. Tal podría ser el caso de los Estados Unidos donde, desde 1851, o sean en los últimos 131 años, sólo en 15 el correo no ha tenido déficits.

Pero en general en casi todos los países el correo durante muchos años si bien no fue un gran negocio, por lo menos no dejaba pérdida. En los últimos tiempos sin embargo, esa situación ha cambiado.

Unos de los problemas que siempre ha tenido el correo es el alto número de empleados que siempre ha requerido. Así  por ejemplo en los Estado Unidos,  en 1979 el Departamento de  Correos contaba con 663,000 empleados, más que cualquier otro dependencia Federal, fuera de las Fuerzas Armadas. Aunque se ha estado reduciendo constantemente el personal, uno de cada cuatro empleados del Gobierno trabaja en el correo.

En el Brasil, la nómina de la Oficina de Correos asciende a 64,000 empleados, más que cualquier otra agencia del Gobierno brasileño y más que la de la Volkswagen, la mayor empresa del país.
Con el propósito de reducir los costos la mayoría de las administraciones de correo han optado fundamentalmente  por dos soluciones, que son:
  • ·       Automatizar el servicio
  • ·       Aumentar las tasa

La automatización ha adoptado varias modalidades como son:

Maquinas Franqueadoras: Muchas empresas son autorizadas por el correo a utilizar máquinas franqueadoras  con la cual se evita gran parte del manejo de la correspondencia en el correo, entre otras partes fases, el matasellado de la carta.

Pre cancelado. A las grandes empresas que manejan elevados volúmenes de correspondencia, se le permite usar sellos ya pre cancelado. Esto tiene efecto similar al de las máquinas franqueadoras ya que esa correspondencia no requiere ser cancelada. En nuestro país no usan aún los sellos precancelados.

Máquinas Obliteradoras. En muchos países se utilizan sellos con una capa de material fotosensible lo cual permite utilizar máquinas cancelado ras automáticas que reducen el personal necesario para cancelar los sellos.

La otra medida que ha sido adoptada es la de aumentar cada cierto tiempo las tasas, lo cual en algunos países como EE. UU. Canadá y en Europa ha tenido carácter endémico, pues apenas pasa un año sin que se aumente la tasa. Paralelamente muchos países han tomado medidas de índole administrativa como son estimular el uso de apartados postales lo cual reduce el costo de distribución de la correspondencia, el uso de códigos postales que facilita la clasificación de la correspondencia y no cancelar la correspondencia que llega. Esto reduce considerablemente el trabajo en el Correo.

Todas esas medidas sin embargo, aunque han reducido los costos no han reducido los déficits y el público quejándose del reducido nivel de servicio que hace que hoy en día una carta tarde dos veces más tiempo que hace 50 años cuando los métodos de transporte eran mucho más rudimentario.

jueves, 4 de junio de 2015

El Correo Yankee en Santo Domingo

Danilo Mueses, el autor del libro y de este Blog

Libro del Correo Yankee en Santo Domingo

En diciembre del año antepasado, en estos mismos salones, el distinguido intelectual Miguel Mena, ofreció una conferencia sobre las tarjetas postales usadas en nuestro país en los primeros 30 años del siglo pasado.
En su charla, el disertante mostró en pantalla diversas imágenes de tarjetas de monumentos coloniales, escenas campesinas, paisajes, etc. que daban una visión de lo que era nuestro país en esa época. Una parte de esas tarjetas se muestran en una publicación del Lic. Bernardo Vega puesta en circulación el pasado año.
Pues bien, una de las postales mostradas por Mena había sido enviada por un soldado norteamericano durante los años de la ocupación de 1916 y la misma estaba franqueada con sellos de los Estados Unidos.
Al final de la charla, en la sección de preguntas, un distinguido miembro de esta Academia cuestionó la legitimidad de esa tarjeta indicado que en nuestro  correo no se usaban los sellos norteamericanos.
Eso me movió a levantarme y aclarar que durante el período de la ocupación norteamericana comprendido entre 1916 y 1924, el correo de Estados Unidos instaló en el país cinco estafetas a través de las cuales el personal militar acantonado en el país, enviaba sus cartas hacia el exterior y recibía su correspondencia. Durante los ocho años que las tropas extrajeras estuvieron en nuestro país, miles de cartas circularon a través de esas estafetas y en todas se usaron los sellos norteamericanos. 
El hecho de que un miembro de esta Academia desconociera esa situación es señal de que la generalidad de la población parece ignorar este aspecto tan importante de nuestra historia y fue lo que nos movió a escribir esta obra.
Tal como ya señalamos, las autoridades militares instalaron en el país cinco estafetas para dar servicio a sus soldados, pero paralelamente, trajeron empleados del correo norteamericano que hicieron de nuestro servicio postal una réplica de correo de los Estados Unidos, en ese momento posiblemente uno de los más eficientes del mundo. A pesar del atropello que en más de un sentido constituyó para el país la presencia de tropas norteamericanas, muchas de las reformas implantadas durante la ocupación aún se mantienen y debemos reconocer que el servicio postal fue sensiblemente modernizado.
La ocupación norteamericana coincidió con la Primera Guerra Mundial y se impuso la censura de la correspondencia, tanto de aquella despachada por los marines como la nacional. La censura de esa correspondencia es un aspecto interesante cubierto por la obra.
Centenares de barcos de guerra norteamericanos recalaron en nuestros puertos y sus tripulaciones enviaban a su país cartas y tarjetas que igualmente franqueaban con sellos de los Estados Unidos. A través de esas cartas, pero más especialmente a través de esas tarjetas, enviadas a madres y novias, vemos reflejadas la visión que tenían de nuestro país y sus problemas, esos jóvenes para los cuales, hasta entonces, el horizonte conocido no se extendía más allá de los suburbios de las ciudades donde habían nacido.  
Pero volviendo a la obra, debo señalar que el título no es apropiado. En realidad, nunca hubo un correo yankee en Santo Domingo. El diccionario Webster dice que yankee es un apodo que se aplica a un nativo o a un ciudadano de Nueva Inglaterra, y por extensión a los habitantes de los estados del noreste del país.
Está claro, por tanto, que tuvimos un correo norteamericano, pero en el sentido nato de la palabra, a ese servicio realmente no se le puede llamar un correo yankee. Cabe señalar, sin embargo, que como estereotipo, muchos extranjeros usan el término yankee para designar a aquellos norteamericanos ruidosos, verbalmente agresivos, arrogantes sin tener razón e ignorantes que los visitan, el clásico “americano feo” de la novela de Burderick y Lederer. Y fue en ese sentido que lo usó Max Henríquez Ureña en su obra publicada en 1929, Los Yankees en Santo Domingo y es también en ese sentido que lo estamos utilizando en el título de esta obra.
En 1889, el escritor norteamericano Mark Twain publicó su obra Un Yankee en la Corte del Rey Arturo. En ella vemos como Hank Morgan, un yankee de finales del siglo XIX, se ve transportado en el tiempo al siglo VI y a la corte del rey Arturo. Allí se hace designar como “The Boss” (el jefe) y trata de modernizar y americanizar a los súbditos del monarca. Y fue así, de manera arrogante, como llegaron a nuestra tierra los Knapp, los Pendleton los Snowden y otros tantos gobernadores impuestos por el gobierno norteamericano, que en forma prepotente se erigieron en los nuevos “bosses” tratando de rehacer, en forma un tanto autoritaria la sociedad dominicana, diseñando e implantando programas  y sistemas cuya intención era cambiar la vida política, económica y social del país.
Según dijimos, a través de las estafetas instaladas por los norteamericanos en el país se manejaron miles de cartas de sus soldados. El amigo Isacc Rudman y quien les habla, durante muchos años nos dedicamos a tratar de ubicar esas cartas y logramos incorporar a nuestras colecciones casi medio millar de cubiertas que el Lic. Juan Manuel Prida y yo utilizamos como material de estudio para la redacción de esta obra.
Desafortunadamente, al salir del país las fuerzas de ocupación cargaron con todos sus archivos y fue relativamente poco lo que logramos localizar sobre el tema en el Archivo General de la Nación. Fue en esas circunstancias que nos vimos en la necesidad de viajar a Washington y allí el amigo Prida se sumergió durante varias semanas en los Archivos Nacionales de ese país tratando de exprimir y sacarle el jugo a todo lo que allí había sobre el tema. La información allí recabada nos permitió dar una mirada desde adentro al correo yankee en nuestro país. Debemos aclarar que fueron dos servicios que funcionaron en paralelo pues paralelamente a la creación de las estafetas para los soldados, se organizó nuestro servicio postal. Ambos servicios operaban totalmente separados. Y ese es otro de los temas de la obra que hoy ponemos en circulación.
Vamos ahora al tema de los agradecimientos. En primer lugar al amigo Isaac Rudman quien, además de poner a nuestra disposición su magnífica colección de cubiertas del correo yankee, cubrió la mayor parte de los costos de traducción al inglés, diagramación e impresión de esta obra. El colega Richard Zaremba de Canadá hizo también un aporte a los costos de esta obra.
En la siguiente fase, llegue nuestro agradecimiento a Jaime y Doris Álvarez que soportaron a Juan Manuel durante su estancia en Washington, al personal del Archivo General de la Nación y al del Archivo Nacional en Washington por darnos acceso a los fondos disponibles en ambas instituciones.
Nuestras gracias más sentidas al Dr. Frank Moya Pons quien condescendió a leer la obra y nos escribió el hermosísimo prólogo. Después de sus elogios, nos va a ser difícil no envanecernos y creernos que somos historiadores.
Ya en la siguiente etapa, mi hijo Eduardo Mueses mediante photo shop le dio forma a los matasellos mostrados y Guillermo Mueses, otro de mis hijos, diseñó la hermosa portada.
Y ya en la fase final, el Arq. Giuseppe DiVanna tuvo a su cargo la excelente traducción de la obra al inglés y la esmerada diagramación.

Y unas gracias finales para la Academia Dominicana de la Historia por acogernos abriéndonos sus puertas, al Lic. Bernardo Vega, Presidente de la Academia y demás académicos presentes, a los miembros de la Sociedad Filatélica Dominicana, al INPOSDOM en la persona de su Director el Dr. Modesto Guzmán  y a todos los familiares y amigos que con su presencia nos están demostrando su cariño y aprecio.