Aquellos que han tenido la
oportunidad de ver cubiertas circuladas con sellos de la emisión Parisot
notarán que la mayoría de ellas están dirigidas a H. K. Parisot, o a Mme. L.
Ritter, y en ambas se indica como dirección Poste Restante, París.
En el Art. 50º de la Convención de
la Unión Postal Universal se indica que “las cartas dirigidas a poste restante pueden estar sujetas por
las Administraciones de los Países de destino a un porte especial, si hay
alguno, indicado por la legislación para cartas del mismo tipo en su servicio
interno.”
Y en el Art. 59 se indica que “el
período de retención para la correspondencia retenida a la disposición del
destinatario o dirigida a poste restante
se fijará por las regulaciones del país de destino.”
Y finalmente, en el Art. 125 de las
Regulaciones se indica que “la dirección de las cartas enviadas vía poste restante mostrarán el nombre del
destinatario. El uso de iniciales, números, únicamente apodos, nombres
ficticios o marcas convencionales de cualquier clase no está permitida para
este tipo de cartas.”
El servicio que se presta al
público mediante el poste restante hoy día no está
claro para la mayoría de las personas. La
expresión francesa poste restante (en español “lista de correos”) designa un servicio prestado por el correo, mediante el
cual se puede dar como dirección, para recibir correspondencia, la de una oficina de correos. Las cartas
son recibidas y retenidas en esta oficina, hasta que el destinatario las retire
ahí personalmente, abonando una tarifa que se establece para este servicio. La
correspondencia despachada mediante este servicio debe especificar
claramente en el sobre, según vimos en las cubiertas con los Parisot, además
del nombre del destinatario y la ciudad el término "poste restante".
Aunque hoy
día muy pocas personas usan el sistema, hasta las primera décadas del siglo
pasado muchas personas que estaban de visita en un lugar y no disponían de una
dirección estable indicaban a sus relacionados y amigos que le escribieran a
poste restante. En épocas más puritanas que las actuales, los jóvenes que
ordenaban libros que sabían escandalizarían a sus padres, pedían que se los
enviaran a poste restante.
En la segunda
década del pasado siglo, París era la Meca de muchos argentinos. Ejemplo de una
carta enviada a “poste restante” en París.