lunes, 30 de abril de 2012

El Túnel Del Tiempo: ¿Cuánto valen mis sellos?

Publicado en el periódico El Caribe, 11 de octubre 1980, Pág. 31
La Filatelia al Día
Por Danilo Mueses

Mucha gente que se inicia en el coleccionismo de sellos o que a lo largo de 10 a 15 años ha acumulado unos pocos cientos de sellos mundiales, cuando se encuentran con una persona versada en la filatelia suele preguntarle codiciosamente “ ¿Cuánto valen mis sellos? “

No quisiera defraudarles, pero la posibilidad de que unos pocos cientos de sellos acumulados a lo largo de una o dos décadas valga algo son, en general, remotas. Puede asegurarse como regla general que muy pocos sellos modernos, en forma que le lleguen al individuo medio ubicado fuera de los círculos filatélicos, valen más de unos pocos centavos.

Consideramos sin embargo que ese enfoque mercantil es el aspecto menos atractivo de la filatelia. La posibilidad de hacer dinero con sellos está reservada a personas con recursos y profundo conocimiento de la parte comercial del coleccionismo. El individuo medio lo más que puede esperar, al tratar de desasirse de sellos corrientes usados, es recibir 35¢. Por cada ciento de sellos que venda.

La parte interesante de la filatelia está reservada a aquellos que día tras día van formando una colección y van disfrutando de sus variados diseños y motivos, y que van penetrando en su historia y en la fascinante historia de su origen y evolución.

El valor terapéutico del coleccionismo de sellos ha sido reconocido por médicos eminentes. Durante la Segunda Guerra Mundial el gran filatelista norteamericano Ernest A. Kehr inició un programa denominado Sellos para los Heridos. El programa reunía sellos para donarlos a los soldados convalecientes en hospitales. Su valor en el proceso de recuperación física y emocional fue reconocido por las autoridades norteamericanas.

Usted también podrá recibir iguales beneficios. Coleccionar sellos por el puro placer que ellos producen le costará muy poco. ¿Por qué entonces preocuparse de cuánto puedan valer esos sellos? Después de las innumerables horas de solaz que disfrutará con ellos, bien podría estar seguro de que saldría ganando.

lunes, 23 de abril de 2012

El Túnel Del Tiempo: Historia de Correo

Publicado en el periódico El Caribe, 4 de octubre 1980, Pág. 31
La Filatelia al Día
Por Danilo Mueses


El correo surgió de la necesidad del hombre de comunicarse con sus semejantes que vivían en lugares distantes. En sus orígenes, quienes mayor uso hacían de correo eran los reyes, la nobleza, el clero y los comerciantes que dicho sea de paso, eran en la antigüedad casi los únicos que sabían leer y escribir.

Desde la más remota antigüedad hay evidencia del uso del correo. Así, por ejemplo, en la Biblia encontramos abundantes alusiones al uso del correo. Al referirse al rey Ezequías, quien reinó del 726 al 697 A. de C. nos dice la Biblia: “Y tomó Ezequías las cartas de manos de los mensajeros, y leyòlas…” (Isaías 37:14).

Sin embargo, el sistema postal más avanzado de la antigüedad fue el implantado por Ciro, emperador de Persia quien vivió del 579 al 526 A. de C. Según Herodoto, padre de la Historia, Ciro disponía de un sistema de mensajeros a caballo, estacionados a determinas distancias y que cubrían todo el reino. De esos mensajeros dice Herodoto que: “Ni la nieve ni la lluvia, ni el calor ni la oscuridad de la noche, detienen a estos mensajeros en el rápido cumplimiento de la etapas asignadas”. El servicio postal de la ciudad de Nueva York, como un homenaje a esos mensajeros, hizo suya la frase de Herodoto y la hizo grabar en el frontispicio de su edificio en New York.

En la Roma Imperial, Cesar Augusto estableció un sistema de correos como única forma de mantener un control efectivo de sus vastos dominios. A este efecto, construyó estaciones de posta a lo largo de los caminos militares, donde los mensajeros podrían descansar y ser provistos de caballos y refresco. A lo largo de las rutas postales había una serie de positas que eran especie de puestos distantes entre sí de 11 a 16 Kms. Y que indicaban la distancia que cada correo debía viajar en cada jornada. Nuestra palabra postal viene del latín posita.

En China, en cambio, el sistema postal alcanzó su máximo esplendor en el siglo 13. Marco Polo (1254-1324) nos relata en la crónica de sus viajes por China que, Kublai Khan, nieto de Gengis Khan, estableció en su imperio alrededor de 10,000 estaciones postales, unidas entre sí por caminos de primer orden. Cada estación disponía de caballos y facilidades para que los correos descansaran. Desde estas estaciones se recibía. El sistema postal chino era capaz de transportar una masiva, distancia de hasta 500Kms en un día.

De este lado del mundo, Perú y México disponían para la época del descubrimiento de América de sistemas postales avanzados. En Perú, el transporte de mensajes lo hacían los chasquis, quienes llevaban los quipus, que consistían en una extraña colección de cordones atados a una vara. Los cordones tenían una serie de nudos que llevaban en si un mensaje que el chasquis recitaba al tiempo que deslizaba entre los nudos cual cuentas de un rosario.

martes, 17 de abril de 2012

El Túnel Del Tiempo: John W. Scott – Padre de la Filatelia Americana

Publicado en el periódico El Caribe, 27 de septiembre 1980, Pág. 31
La Filatelia al Día
Por Danilo Mueses

En nuestra columna del pasado 14 de septiembre, al hablar de los catálogos universales, dijimos que en nuestro país el más comúnmente usado es el Scott, nombre que recibe el catalogo que John W. Scott comenzó a publicar en julio de 1867, pero, ¿Quién fue John W. Scott, el hombre al que muchos denominan el Padre de la Filatelia Americana?

Scott, a pesar de lo unido que estuvo toda su vida a la filatelia de los Estados Unidos, nació en Inglaterra en 1845. En 1861 emigró hacia los Estados Unidos llevando como único capital, los sellos de su colección que había ido acumulando desde que era un niño.

Sin dinero para sorventar aún sus necesidades más elementales, a poco de llegar vendió sus sellos a William P. Brown, quien fue de hecho el primer comerciante en sellos de Estados Unidos por la suma de $10.

Eran los tiempos de la Guerra Civil y Scott no pudo conseguir ningún empleo. No conociendo a nadie, volvió donde Brown quien le facilitó $100 para que se estableciera como comerciante en sellos aunque advirtiéndole que se fuese a otra zona de la ciudad.

El negocio sin embargo no le fue del todo bien y en 1865 agujoneado por la fiebre de oro que todavía por esos años consumía al país, se dirigió a California, aunque su gestión como minero no fue muy exitosa. Luego fue administrador de un hotel en un pueblucho del oeste, pero después de muchas vicisitudes regresó a Nueva York para 1867, iniciando ese mismo año la publicación de su lista de precios que luego se convirtió en su hoy famoso catálogo.

Al principio la lista de precios se publicaba mensualmente y ya para 1868 tenía 20 páginas. Ese mismo año empezó a publicar la revista American Journal of Philately. Esa revista llegó a ser con el tiempo, una de las mejores publicaciones filatélicas de los Estados Unidos, y se continuó editando hasta 1886.

En 1868 editó su primer álbum de sellos y en mayo de 1870 celebró la primera subasta de sellos en los Estados Unidos en la cual vendió sellos por valor de unos $500. Para 1872 se trasladó a Londres donde el 18 de marzo de ese año, celebró la primera subasta de sellos de Inglaterra.

En el año 1887 vendió su firma comercial “Scott and Co.” Y se dedicó a transacciones especulativas fuera de la filatelia en las cuales perdió todo su capital.

No teniendo otra cosa que hacer, volvió a la filatelia fundando la firma “ J.W. Scott and Co.” Como su antigua firma había conservado su nombre, esto dio lugar a un largo proceso judicial con la empresa que le había comprado el negocio. El juicio que llegó hasta la Suprema Corte de Justicia, fue ganado por Scott al dictaminar la Suprema Corte que a nadie se le podía privar de ganarse honradamente la vida, si no tenía otros recursos que su trabajo.

En 1890 ya estaba plenamente establecido con una nueva revista y siempre en el negocio de los sellos. En 1910 vendió definitivamente todos sus sellos retirándose después de casi medio siglo de actividad.

Scott murió alrededor de 1920.