La Filatelia al DÍA
17 De Octubre de 1981: No. 87
Por Danilo A.Mueses.
Un slogan de la Sociedad Filatélica Cubana en Miami dice “Filatelia es la
cultura: Coleccione Sellos”. Consciente de esa realidad, muchos países han
estado impulsando en forma oficial la filatelia en sus múltiples formas.
Dentro de ese contexto, en los últimos años
más y más países han estado auspiciando la creación de museos postales.
Ejemplos notorios son, la sección filatélica
del Museo Postal de Berlín y la sección filatélicas del Museo del Smithsonian
en Washington.
En América Latina, este tipo de instituciones no han llegado a
alcanzar la importancia de esos museos de Europa y Estados Unidos. Cabe sin
embargo citar dos casos que deben servir de paradigma a los demás países de
América. Ellos son el Museo Postal Cubano en Cuba y el Filatélico de Medellín
en Colombia. Los que han tenido la
oportunidad de visitar estos museos, han regresado verdaderamente entusiasmado
de cuanto se ha hecho allí, y de la proyección histórica y cultural que
proporciona ese tipo de instituciones.
Así las cosas cabe preguntarse: ¿Por qué no
nosotros?
Un museo consta básicamente de tres elementos:
Un local con sus instalaciones, el material para exhibirse y los fondos para su
operación y mantenimiento. En poco caso hemos estado en mejor posición para
empezar.
Para comenzar tenemos el asunto del local, el
Estado Dominicano dispone en la zona colonial de una gran cantidad de edificios
coloniales que han sido restaurados dentro del proceso de rescate de la zona
intramuros a cargo de la Oficina de
Patrimonio Cultural.
Un Museo Postal no requiere de una gran
edificación y cualquiera de esos edificios servirá a esos propósitos. Las
instalaciones que se requieren no serían nada del otro mundo disposición podría
emprenderse de inmediato.
En cuanto al material a exhibirse, el asunto
es igualmente fácil. El correo dispone de una de las mejores colecciones de
sellos dominicanos en el país, incluyendo los ensayos y pruebas de todas las
últimas emisiones. Cuenta además con todo el material que continuamente le
llega a través de la Unión Postal Universal. Todo ese material, si no se le da
un tratamiento adecuado, corre el peligro de irse deteriorando; además del
hecho de que reposando en las bóvedas del correo, no está cumpliendo ninguna
función. Finalmente, llegamos al costo que significa la operación de esas
instalaciones. Para eso tenemos también la respuesta. Bastaría traspasar al Museo Postal las ventas de
sellos de la Sección Filatélica. Los fondos que allí se generan cubrirían
ampliamente los costos de operación y mantenimiento del museo.
La proyección cultural de un Museo Postal
serían enormes y contributaria a difundir la filatelia entre la población y con
su instalación se rescataría en beneficio del pueblo un patrimonio culturar que
le pertenece y que hoy por hoy está expuesto a todas las eventualidades de todo
aquello a lo que no se ha dado un adecuado tratamiento museográfico.
Ojalá que la idea que hoy exponemos cayera en
terreno fértil.