8 de enero de 1983
La Filatelia al Día
Por Danilo A. Mueses
Mucha gente., tan pronto oye de una colección
de historia postal, de inmediato se hace la idea de un grupo de cubiertas
antiguas valoradas en cientos de miles de pesos cada una. Aunque tal podría ser
el caso de nuestro país, en Europa es corriente encontrar piezas, aún del
período prefilatélico, conseguibles por unos pocos pesos. Recientemente vimos
en una lista de precios de la Casa Llach
de España, un lote de 62 cubierta prefilatélicas con marcadores postales
por apenas unos $140 o sea un precio promedio de unos $2. 25 por ciento y así
de casi toda Europa, se encuentra mucho material a bajo precio.
Un filatelista estudioso podría montar una
bonita colección de historia postal en base a ese material pero tendrá primero
que hurgar en libros y archivos de la época a fin de poder establecer la razón
de cada matasello, itinerarios, etc. De otro modo sólo presentaría una
acumulación de cubiertas que dicen poco al que las ve.
En estos países, donde la gente tiene poca
tradición de guardar la correspondencia que recibe (de hecho aquí poca gente
guarda), las piezas del pasado siglo son escasas y extremadamente costosas y
las prefilatelicas, prácticamente inexistentes. De ahí que nuestro país, el que
quiera hacer una colección de historia postal del pasado siglo debe tener la
cartera bien provista.
Del presente siglo en cambio, especialmente de
1910 a 1940, hay material interesante, relativamente abundante y a precios que,
aunque más elevado que el equivalente en casi cualquier otro país, todavía que
podríamos calificar de moderados (entre $1.50 y $ 15). En base a ese material y
con un poco de estudio, podría lograse una buena colección.
El que se dedica a este tipo de colección tiene
que tener los ojos bien abiertos pues el material podría aparecer donde menos
se sospecha. Recientemente leí sobre un coleccionista que entró a una tienda
filatélica en los E. U. allí muchos comerciantes acostumbraba a tener unas
cajas llenas de sobres que venden $20 o
25 ¢. Cada uno. En esas cajas los clientes acostumbraban a rebuscar (“browse”
le llaman en inglés) mientras el propietario o dependiente se desocupa. Allí,
en una caja que había sido revisada una y otra vez por decenas de parroquianos
antes que él, un coleccionista con los ojos abiertos encontró una cubierta con
un sello impreso del cual sólo se conocían unos pocos ejemplares y que pudo
vender en varios cientos de dólares. Y así pueden encontrarse también
matasellos raros que son los que conforman la verdadera historia postal que, de
hecho, es la historia de las cubiertas tal como puede deducirse del estudio de
sus matasellos y no la historia del correo.
Muchos coleccionistas clásicos reniegan un
poco de los coleccionistas de historia postal diciendo que estos están
dañándola filatelia. Yo no diría tanto, pero debo reconocer que su influencia
se deja sentir sobre todas las demás ramas del coleccionismo hasta un punto
tal, que muchos jueces en exposiciones filatélicas tienden a penalizar
cualquier colección y más si es de sellos clásicos, si en ella no aparecen una
que otra cubierta. Este proceder no me parece del todo justo.
Debemos reconocer, sin embargo, que la
historia postal que se empezó a desarrollar después de la II GUERRA Mundial, y
que sus reglamentos fueron aprobados por la FIP hace apenas seis años, llegó
para quedarse. Y será así mientras en los países nórticos, donde este tipo de
material es abundante, siga siendo quien dicte las normas en materia de
filatelia.