29 de enero del 1983
La Filatelia al Día
Por Danilo A. Mueses
Cuando hojeamos cualquier colección de sellos,
nos llaman mucho más la atención las variedades, errores, ensayos, pruebas,
muestras, etc. que los sellos comunes y corrientes, que la mayor parte de las
veces son lugar común en las colecciones comunes y corrientes.
Ese material que tanto llama la atención no
debería bajo ninguna circunstancia llegar a manos del público. De ahí que la
mayoría de las administraciones postales sean, por lo menos en el papel,
extremadamente celosas con el material que media entre la idea de un sello y el
producto terminado.
En cuanto a los errores que se producen
durante el proceso de impresión, hay una serie de inspectores que revisan una
por una las hojas después que salen de la imprenta a fin de detectar cualquier
error el cual debe ser destruido.
Todo ese material, aumenta el atractivo de
cualquier colección por lo cual, nunca falta empleados inescrupulosos, ya sea
en las imprentas o en el mismo correo, prestos a escamotear cualquier variedad
o error que pase por sus manos pues saben que los coleccionistas siempre están
dispuestos a apagar buenos dineros por todo lo que se aparte de lo común.
El asunto tiene amplias vertientes por las
cuales podríamos discutir, porque nos preguntamos: ¿Ha visto alguien algo más atractivo
que una colección que muestre la evolución de un sello desde el primer esbozo o
“sketch” pasado por los dibujos del artista, diseño lineal, modelos,
miniaturas, ensayos, “die proofs”, pruebas de plancha, ensayos de colores,
pruebas de colores hasta llegar al sello terminado?
Ese tipo
de material, además de aumentar el valor de cualquier colección (muchas
son piezas únicas), incrementan sus intereses, pues además de lo vistosas que
se tornan, hacen que su valor didáctico sea mayor al mostrar las diferentes
etapas por las cuales pasa un sello.
El problema surge sin embargo, por el hecho de
que este material en la mayoría de los casos se produce en forma limitada y los
gobiernos no disponen de mecanismos para desprenderse de el dando a todos
iguales oportunidades. En consecuencia, lo que generalmente pasa es que los
filatelistas y comerciantes más hábiles o con amigos cerca de los círculos por
donde se mueve ese material, buscan la forma (generalmente ilegal) para seguir
esas piezas que legalmente son del
Estado y deberían conservarse o destruirse.
Recientemente vimos como las autoridades de la
Dirección General de Correos, sintiéndose impotentes para mantener un estricto
control de los sellos en proceso de impresión, lo cual traía como consecuencia
que de todas las emisiones aparecieran en el mercado sellos imperforados que
eran sustraídos en las imprentas, decidieron que de todos los sellos se
emitirán 10,000 sellos imperforados.
Esta decisión que no es la más sabía y que rechazamos
con todas nuestras fuerzas, es, sin embargo, un índice del atractivo que tiene
ese tipo de material en los círculos filat