Publicado en el periódico El Caribe, 6 de diciembre 1980, Pág. 31
La Filatelia al Día
Por Danilo Mueses
Ya en nuestra columna del 31 de marzo de
1980 les hablamos de los falsificadores de sellos y de ese gran maestro
Jean de Sperati, el cual ha sido
calificado por los expertos como el más grande falsificador de todos los
tiempos.
El tema, sin embargo, dista mucho de haberse
agotado y como las falsificaciones son una plaga que amenaza por igual al
principiante como al coleccionista avanzado, creemos que no está de más volver
sobre el tema.
Los falsos nacieron prácticamente junto con
la filatelia. A mediados del siglo pasado las comunicaciones entre los países
eran en general precarias y los países pequeños emitían cantidades de sellos
relativamente pequeñas lo cual haría
difícil conseguirlos.
Con el auge que experimento la filatelia
desde los primeros tiempos, cuando casi todos los coleccionistas trataban de
reunir sellos de todo el mundo, la demanda de los sellos de los países que
recién se iniciaban en las emisiones postales creo un mercado tan grande que no tardó en
despertar la codicia de unos cuantos vivos que se dedicaron con tesón a
falsificar cuanto sello aparecía en el mercado, muchas veces sin importarles si
el sello era escaso o no.
Mucha gente que ha heredado colecciones de
sus antepasados con sellos muy antiguos cree a veces que tiene grandes tesoros filatélicos
y no posee más que un grupo de falsificaciones compradas unas veces
incautamente y otras porque en el siglo pasado muchos coleccionistas no tenían
reparo en, si les faltaban unos cuantos sellos que no podían encontrar o pagar,
llenar sus huecos con falsificaciones o facsímiles como también les llamaban.
El pasado año un coleccionista dominicano llevó
lo que parecía una valiosísima colección de la Guayana Inglesa donde Don
Enrique Alfau a fin de que este le diera un diagnóstico de su valor, Don
Enrique Alfau no siendo experto en sellos de la Guayana Inglesa, envió uno de
los sellos que tenía en catalogo un valor de unos $8,000 a una casa inglesa y
esta diagnosticó que el sello era falso. Se enviaron luego los demás y el
resultado siempre fue el mismo. Todos eran falsos.
Muchos coleccionistas tienen como
referencia colecciones de sellos falsos a fin de colocarse en posición de
detectar cualquier sello falso que les llegue. El autor de esta columna se comenzó
a interesar en el tema cuando, al mostrar orgullosamente su colección a un
amigo, este le hizo ver que la mayoría de sus primeros sellos dominicanos eran
falsos. Comencé entonces a reunir información la cual, afortunadamente es
abundante y muy pronto estuve en posición de poder detectar cualquier sello falso
de la República Dominicana.
Para defenderse de las falsificaciones, las
personas sin suficiente conocimiento recurren a expertos reconocidos
internacionalmente. Hay algunos que operan independientes como son, el italiano
Enzo Diena o el Doctor Wallner, mientras que otros operan al amparo de
instituciones como son la Royal Philatelic Society de Inglaterra, la American
Philatelic Society de E.U. y la más acreditada de todas, que es la Philatelic
Foundation de los Estados Unidos.
Muchas personas al comprar un sello exigen
que tenga el certificado de un experto reconocido, o sea que no basta que usted
por sus conocimientos pueda garantizar
que el sello es legítimo. El comprador en esos casos requiere del certificado
pues este le permite, en caso de que en el futuro quiera desprenderse del
sello, pedir una suma mayor. Esto lo comparo con el “pedigree” de un perro. no
hace al perro ni más lindo ni más bravo, pero si el perro tiene “pedigree”,
cuando usted va a vender un cachorro de seguro que podrá pedir una suma mayor
que si no lo tiene.
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