lunes, 10 de septiembre de 2012

El Túnel del tiempo de la Filatelia: Falsificaciones Parte I


Publicado en el periódico  El Caribe, 6 de diciembre  1980, Pág. 31
La Filatelia al Día
Por Danilo Mueses                                                              

Ya en nuestra columna del 31 de marzo de 1980 les hablamos de los falsificadores de sellos y de ese gran maestro Jean  de Sperati, el cual ha sido calificado por los expertos como el más grande falsificador de todos los tiempos.
El tema, sin embargo, dista mucho de haberse agotado y como las falsificaciones son una plaga que amenaza por igual al principiante como al coleccionista avanzado, creemos que no está de más volver sobre el tema.
Los falsos nacieron prácticamente junto con la filatelia. A mediados del siglo pasado las comunicaciones entre los países eran en general precarias y los países pequeños emitían cantidades de sellos relativamente pequeñas  lo cual haría difícil conseguirlos.
Con el auge que experimento la filatelia desde los primeros tiempos, cuando casi todos los coleccionistas trataban de reunir sellos de todo el mundo, la demanda de los sellos de los países que recién se iniciaban en las emisiones postales creo  un mercado tan grande que no tardó en despertar la codicia de unos cuantos vivos que se dedicaron con tesón a falsificar cuanto sello aparecía en el mercado, muchas veces sin importarles si el sello era escaso o no.
Mucha gente que ha heredado colecciones de sus antepasados con sellos muy antiguos cree a veces que tiene grandes tesoros filatélicos y no posee más que un grupo de falsificaciones compradas unas veces incautamente y otras porque en el siglo pasado muchos coleccionistas no tenían reparo en, si les faltaban unos cuantos sellos que no podían encontrar o pagar, llenar sus huecos con falsificaciones o facsímiles como también les llamaban.
El pasado año un coleccionista dominicano llevó lo que parecía una valiosísima colección de la Guayana Inglesa donde Don Enrique Alfau a fin de que este le diera un diagnóstico de su valor, Don Enrique Alfau no siendo experto en sellos de la Guayana Inglesa, envió uno de los sellos que tenía en catalogo un valor de unos $8,000 a una casa inglesa y esta diagnosticó que el sello era falso. Se enviaron luego los demás y el resultado siempre fue el mismo. Todos eran falsos.

Muchos coleccionistas tienen como referencia colecciones de sellos falsos a fin de colocarse en posición de detectar cualquier sello falso que les llegue. El autor de esta columna se comenzó a interesar en el tema cuando, al mostrar orgullosamente su colección a un amigo, este le hizo ver que la mayoría de sus primeros sellos dominicanos eran falsos. Comencé entonces a reunir información la cual, afortunadamente es abundante y muy pronto estuve en posición de poder detectar cualquier sello falso de la República Dominicana.
Para defenderse de las falsificaciones, las personas sin suficiente conocimiento recurren a expertos reconocidos internacionalmente. Hay algunos que operan independientes como son, el italiano Enzo Diena o el Doctor Wallner, mientras que otros operan al amparo de instituciones como son la Royal Philatelic Society de Inglaterra, la American Philatelic Society de E.U. y la más acreditada de todas, que es la Philatelic Foundation de los Estados Unidos.
Muchas personas al comprar un sello exigen que tenga el certificado de un experto reconocido, o sea que no basta que usted por  sus conocimientos pueda garantizar que el sello es legítimo. El comprador en esos casos requiere del certificado pues este le permite, en caso de que en el futuro quiera desprenderse del sello, pedir una suma mayor. Esto lo comparo con el “pedigree” de un perro. no hace al perro ni más lindo ni más bravo, pero si el perro tiene “pedigree”, cuando usted va a vender un cachorro de seguro que podrá pedir una suma mayor que si no lo tiene.

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