La Filatelia al Día
24 De Octubre de 1981: No 88
Por Danilo A. Mueses
El gran coleccionista norteamericano Williams
E. Hawkins tenía una de las mayores
colecciones de sellos nuevos del siglo XX que se hayan conocido, la cual
guardaba en su casa de campo situada a la orilla del mar en New Jersey. Un día
contempló horrorizado que el aire del mar le había humedecido una gran cantidad
de sellos valiosos los cuales se pegaron fuertemente en las hojas de los
álbumes. Esto le produjo un disgusto tal
que desde ese día dejó de coleccionar.
Aunque este hecho ocurrió en una época anterior
a la invención del “crystal mount”, "la
tira Hawid" y otros sistemas
modernos que están a disposición del coleccionista de hoy y además, pocos
coleccionistas lo toman tan dramáticamente, es un hecho real que anualmente
miles de sellos resultan dañados o experimentan perdidas sensibles en su valor,
al perder su goma original. El daño se produce cuando los sellos se pegan a las
páginas del álbum, se resquebrajan o se tornan amarillentos como consecuencia de
la mala calidad de la goma o se llenan de hongos manchando los sellos.
Esto ha dado como consecuencia que muchos
coleccionistas se pregunten si los sellos deben coleccionarse con su goma
original o lavarse previamente.
En la actualidad los comerciantes son un
sector tan poderoso dentro de la filatelia y estos, a través de los medios de
difusión han influido en tal forma sobre los coleccionistas, que hablar de
sellos sin goma es casi una herejía. Sin embargo, es un hecho incontrovertible
que la goma causa innúmeros perjuicios al coleccionista sin traerle en cambio
ninguna ventaja real, puesto que, en última instancia, los sellos son para
mirarlos por el verso.
Hace algún tiempo un coleccionista de Nueva
Zelandia llamado P. J. Simpkin le señalaba a James Mackay, curador de la
colección del Museo Británico que él vivía en una zona muy húmeda y que para
evitar que los sellos se le pegaran en el álbum, los lavaba. Preguntaba que si
con ello estaba destruyendo el valor de sus sellos nuevos.
Mackay contestó que todos los sellos en el
Museo Británico se conservaban sin goma pues se había descubierto que a la
larga, aun en un ambiente con humedad controlada como era el Museo Británico,
la goma va destruyendo los sellos.
Señalaba sin embargo que, a estas alturas era
imposible cambiar costumbres y que desde el punto de vista del mercado, al
lavar los sellos nuevos se le estaba reduciendo su valor.
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