miércoles, 11 de marzo de 2015

El Túnel del Tiempo de la Filatelia: Forgérie, counterfeits y fakes (parte I).

La Filatelia al Día
Numero 106
Por Danilo A. Mueses

En español hablamos de sellos falsos y de falsificación y con el término denominamos a cualquier  material con que se trata de engañar a un coleccionista incauto  o sin experiencia, que la mayoría de los casos vienen a ser la misma persona.

Hay sin embargo variantes de tales actos delictivos que en el inglés, un idioma mucho más rico que el español, pero que nosotros debemos expresar con frases más o menos largas, o usar el anglicismo que es para muchos el camino más fácil.

En inglés las palabras “FORGERY” y "counterfeit” han sido usadas por muchos largos años como sinónimos. Sin embargo ha surgiendo una corriente de filólogos que se han empeñado en establecer diferencias. Ha sido dentro de esta vertiente que muchos han comenzado a llamar “counterfeit” a un sello producido para defraudar al fisco haciéndolo pasar como legitimo a través del sistema postal. El sistema estuvo muy en boga en España durante todo el siglo pasado y obligó  a las autoridades postales españolas a tomar toda una serie de medidas que incluyeron locuras como aquel famoso matasello de pinceladas que comentáramos atrás. Finalmente a las autoridades del correo no les quedó otro recurso que mandar a preparar los sellos a Inglaterra donde la Bradbury, Wilkinson & Co. de Londres preparó un fino diseño en grabado con la efigie de Alfonso XII (hasta entonces todos los sellos españoles habían sido litografiados) que acabó con la dolosa práctica.

Los sellos falsificados para defraudar al fisco (o falsos postales como se les suele llamar a veces) son como es natural sellos en circulación y debemos aclarar que la práctica actualmente no es muy común.

El término “forgery” está reservado para aquellos sellos que se falsifican para de fraudar a los coleccionistas. Esto era práctica común, que ya en 1869 la naciente prensa filatélica de aquellos días comenzó a insertar regularmente artículos denunciando tal engaño y dando sabios consejos sobre cómo detectar las falsificaciones.

En aquellos tiempos las normas éticas no eran tan rígidas como en la actualidad y se cuenta de que cuando un cliente se quejó a la Tríumph Stamp  Co. de Penssylvania de que los sellos le habían enviado eran falsificaciones burdas, la compañía le contestó con el mayor desparpajo: “No podemos garantizar que todos nuestros sellos sean legítimo. Nosotros compramos muchos de ellos a otros comerciantes norteamericanos y los pagamos como legítimos. Si no lo son, no puede culpársenos, toda vez que no pretendemos ser peritos en la materia”.

La práctica de falsificar sellos siguió en boga durante casi un siglo y alcanzó su más alto exponente en Jean de Sperati, a quien se considera como el más grande falsificador de sellos de todos los tiempos. Las falsificación de sellos sin embargo no es tarea fácil pues los sellos, y especialmente las piezas valiosas, que son los sellos que con más frecuencia se falsifican son sometidos por los coleccionistas a un constante y minucioso escrutinio que pone de manifiesto cualquier diferencia por mínima que sea.  Hay por otro lado numerosas organizaciones como la American Philatelic Society y la Philatelic Foundation entre otras que cuentan con sus comités de expertos , quienes por una suma módica, certifican la legitimidad o falsedad de cualquier sello.

También hya mucha literatura de referencia y equipos como la lámpara de rayos ultravioletas que han vendido a constituir herramientas valiosas ya a la disposición de cualquier estudio. Esto ha hecho que el falsificador se haya dedicado casi exclusivamente a la producción de lo que en inglés se denomina “fake”. De eso sin embargo, les hablaremos la próxima semana..


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