La Filatelia al Día
Numero 106
Por Danilo A. Mueses
En español hablamos de sellos falsos y de
falsificación y con el término denominamos a cualquier material con que se trata de engañar a un coleccionista
incauto o sin experiencia, que la
mayoría de los casos vienen a ser la misma persona.
Hay sin embargo variantes de tales actos
delictivos que en el inglés, un idioma mucho más rico que el español, pero que
nosotros debemos expresar con frases más o menos largas, o usar el anglicismo
que es para muchos el camino más fácil.
En inglés las palabras “FORGERY” y "counterfeit”
han sido usadas por muchos largos años como sinónimos. Sin embargo ha surgiendo
una corriente de filólogos que se han empeñado en establecer diferencias. Ha
sido dentro de esta vertiente que muchos han comenzado a llamar “counterfeit” a
un sello producido para defraudar al fisco haciéndolo pasar como legitimo a
través del sistema postal. El sistema estuvo muy en boga en España durante todo
el siglo pasado y obligó a las
autoridades postales españolas a tomar toda una serie de medidas que incluyeron
locuras como aquel famoso matasello de pinceladas que comentáramos atrás.
Finalmente a las autoridades del correo no les quedó otro recurso que mandar a
preparar los sellos a Inglaterra donde la Bradbury, Wilkinson & Co. de
Londres preparó un fino diseño en grabado con la efigie de Alfonso XII (hasta
entonces todos los sellos españoles habían sido litografiados) que acabó con la
dolosa práctica.
Los sellos falsificados para defraudar al
fisco (o falsos postales como se les suele llamar a veces) son como es natural
sellos en circulación y debemos aclarar que la práctica actualmente no es muy
común.
El término “forgery” está reservado para
aquellos sellos que se falsifican para de fraudar a los coleccionistas. Esto
era práctica común, que ya en 1869 la naciente prensa filatélica de aquellos
días comenzó a insertar regularmente artículos denunciando tal engaño y dando
sabios consejos sobre cómo detectar las falsificaciones.
En aquellos tiempos las normas éticas no eran
tan rígidas como en la actualidad y se cuenta de que cuando un cliente se quejó
a la Tríumph Stamp Co. de Penssylvania
de que los sellos le habían enviado eran falsificaciones burdas, la compañía le
contestó con el mayor desparpajo: “No podemos garantizar que todos nuestros
sellos sean legítimo. Nosotros compramos muchos de ellos a otros comerciantes
norteamericanos y los pagamos como legítimos. Si no lo son, no puede
culpársenos, toda vez que no pretendemos ser peritos en la materia”.
La práctica de falsificar sellos siguió en
boga durante casi un siglo y alcanzó su más alto exponente en Jean de Sperati,
a quien se considera como el más grande falsificador de sellos de todos los
tiempos. Las falsificación de sellos sin embargo no es tarea fácil pues los
sellos, y especialmente las piezas valiosas, que son los sellos que con más
frecuencia se falsifican son sometidos por los coleccionistas a un constante y
minucioso escrutinio que pone de manifiesto cualquier diferencia por mínima que
sea. Hay por otro lado numerosas organizaciones
como la American Philatelic Society y la Philatelic Foundation entre otras que
cuentan con sus comités de expertos , quienes por una suma módica, certifican
la legitimidad o falsedad de cualquier sello.
También hya mucha literatura de referencia y
equipos como la lámpara de rayos ultravioletas que han vendido a constituir
herramientas valiosas ya a la disposición de cualquier estudio. Esto ha hecho
que el falsificador se haya dedicado casi exclusivamente a la producción de lo
que en inglés se denomina “fake”. De eso sin embargo, les hablaremos la próxima
semana..
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