24 de Abril de
1982
La Filatelia al Día
Por Danilo A.Mueses
Hoy en día el uso de las tarjetas postales
está reservado casi exclusivamente a los turistas quienes las usan al decir de
su escritor humorístico para echarse aíres frente a sus amigos diciéndoles:
“miren donde yo estoy”. Y a la verdad que modernamente muy pocos usan la
práctica tarjeta para algo más que enviar mensajes intrascendentes como aquella
vista impotente de la Torre de Eiffel que le enviamos a un amigo diciéndole
“Desde esta Ciudad Luz te envió un cariñoso saludo. Hubiera deseado que
estuviera conmigo”.
Esto sin embargo, no siempre ha sido así pues
durante muchísimo años, las tarjetas cumplieron una función como una hermana
menor de la carta.
Cuando alguien quería enviar un mensaje corto,
cuya privacidad no fuera importante, podía optar por usar una tarjeta Postal,
con la cual, además de ahorrarse el papel y el sobre, disfrutaba de una tarifa
más baja. Esas tarjetas, a diferencia de las actuales, se vendían en las
oficinas de correos y llevaban el sello impreso. En nuestro país ya no se emite
este tipo de tarjetas pero en otros países como son los Estados Unidos, todavía
se usan, aunque debemos reconocer que ya no tienen la popularidad de antaño.
En los EE.UU. por ejemplo en 1950 se emitían
alrededor de 26 tarjetas por semana por año; desde entonces se ha ido
reduciendo su número y hoy se emiten apenas unas 4 tarjetas por semana.
La invención de la tarjeta postal se la
debemos al Dr. Enmanuel Herrmann, un profesor de economía de la Academia
Militar de Viena, nacido el 24 de junio de 1839. En una carta que publicara en
el periódico Neue Freie Presse el 26 de julio de 1969 titulado “Nuevo Medio de
Correspondencia Postal”, desarrolló la idea de la tarjeta postal.
Al Director General de Correos de Austria en
ese entonces, Barón Od-Maly le gustó la idea y el 25 de septiembre de 1869
dictó una resolución que apareció en el Boletín de la Leyes del Imperio y el 1
de octubre de 1870 se emitieron las primeras tarjetas.
La tarjeta tuvo un éxito inmediato y pronto
fue introducida en prácticamente todos los países del mundo. Al crearse la
Unión Postal Universal en 1874, ya la tarjeta tenía una posición ganada dentro
de los países signatarios de ese primer acuerdo y se establecieron regularmente
reglamentando su uso, tamaño, tipo de material en que podían ser impresas, etc.
En
nuestro país las primeras tarjetas se emitieron en 1881.
En ese entonces existían tarjetas sencillas y
dobles. Las tarjetas doble eran dos tarjetas exactamente iguales unidas pero
con perforaciones entre ambas de forma tal que pudieran separarse. El uso de
las tarjetas dobles era el siguiente. Si usted le escribía a alguien de escasos
recursos y quería asegurarse de que el destinario le respondiera sin que se
pudiese excusar de que no lo había hecho por falta de dinero para el franqueo,
usted le escribía en una tarjeta doble, usando una y dejando la otra en blanco,
la cual podía ser usada por el destinatario para responder.
Nuestras últimas tarjetas se emitieron en 1950
y llevaban impresos en un sello mostrando el hotel Jaragua y en el anverso
diversas vistas de paisajes nacionales. Hoy en día han perdido popularidad y
los nacionales apenas la usan mientras que los turistas prefieren las policromas
tarjetas impresas privadamente las cuales como es natural no llevan sellos
impresos y no pueden por tanto clasificarse como tarjetas postales.
El estudio y coleccionismo de las tarjetas
postales constituye una rama de la filatelia denominada cartofilla.
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