No. 161
EL CARIBE, 16 DE ABRIL, DE 1983
La Filatelia al Día
Para muchos resulta extraño que fuera Brasil y no Francia, Alemania o los Estados Unidos, el tercer país en comenzar a usar los sellos postales. La razón de que Brasil se adelantara a otros países muchos más desarrollados se debe a que por esa época, J.D. Struz, Cónsul de Brasil en Inglaterra hizo en 1842 un viaje a su país e informó al Ministro de Correos, C.J. Araujo Vianna, de la novedad que había en Inglaterra. Este se interesó en el asunto y el 29 de noviembre de 1842, se firmó el decreto que autorizaba la creación de los sellos.
En esa época gobernaba el país el Emperador Don Pedro II. Cuando el Director de la Casa de la Moneda se le ordenó preparar los diseños de los que serían los primeros sellos de Brasil, se negó a imprimir sellos con la efigie del Emperador que era lo se esperar siendo Brasil un reino y viniendo la idea de los sellos de Inglaterra donde eso era lo usual. Sin embargo, Araujo consideró que seria un ultraje al emperador manchar su imagen con tinta al matasellar los sellos o romperlos y tirarlos a la basura.
Fue por ese motivo que los diseñadores Carlos Custodio y Quieino José de Faría, prepararon los clisés de los sellos en base a números de valor. Los valores fueron 30, 60 y 90 reís. Los sellos se emitieron el 1 de julio de 1843 y un año después fuera sustituidos por la siguiente emisión. En consecuencia, su circulación fue mas bien reducida y los sellos alcanzaron una alta cotización. Aunque los sellos fueron reemplazados, al no ser desmonetizados continuaron en uso durante largos años y se encuentran ejemplares cancelados en 1850 y años mas tarde.
Quien le puso a los sellos el mote de “ojos de buey” no se ha llegado a saber, pero la verdad que estos diseños ya clásicos, parecen en la desnudez se su viñeta, cualquier cosa menos sellos de correos.
Los sellos se imprimieron en nueve lineas horizontales de seis unidades correspondiendo a tres lineas de cada denominación; por tanteada 18 sellos de cada denominación están rodeados de una linea fina que los separa de los sellos de la siguiente denominación.
Aunque el diseño evolucionó a lo que luego los coleccionistas claves, por seguir la corriente del mote chusco, denominaron ojos de cabra, debieron transcurrir 23 años antes de que por primera vez apareciera la efigie del emperador.
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