El Caribe
9 de julio de 1983
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Danilo Mueses
Decíamos que el auge que están volviendo a tener en la
actualidad los matasellos es resultado de la nueva moda del coleccionismo de
historia postal. Parte importante en las piezas postales que se coleccionan son
los matasellos que es el medio de que se vale el coleccionismo para explicar la
historia de la cubierta desde el momento en que se abandonó las manos de quien
la envió, hasta el momento en que fue recibida.
Esas piezas, especialmente si corresponden al pasado
siglo son costosas y escasas. En vista de eso muchos coleccionistas han optado
por coleccionar únicamente los sellos con matasellos interesantes, que en
general no son tan costosos como las piezas de historia postal.
En el coleccionismo de este tipo de piezas encontramos
una amplia variedad de matasellos, que muestran algunas veces la evolución del
matasello y en otras ocasiones la precariedad con que han tenido que operar algunas
oficinas de correos ubicadas en regiones apartadas, olvidadas de Dios y de los
hombres.
Así es frecuente encontrar muchos de nuestros primeros
sellos cancelados con una cruz de tinta, debido a que en la oficina no había
matasellos. Esos sellos siempre valen menos que los sellos con matasellos
normales; sin embargo, hay piezas escasas que son difíciles de encontrar de
otra forma.
En otros países, como es el caso ampliamente conocido de Afganistán
durante el pasado siglo, se acostumbraba a cancelar el sello contándole un
pedazo con una tijera. En esa época se usaban unos sellos circulares que los
coleccionistas denominan “tigres afganos” y el empleado de correo antes de
aplicar el sello le cortaba un sector con lo cual este quedaba “matasellado”.
Trinidad, la antigua posesión inglesa también usó en sus primeros sellos este
original método de cancelar.
Otros países se vieron también precisados a usar métodos
originales de matasellar los sellos. Tal fue el caso de España en el pasado
siglo cuando todos los intentos de impedir que los sellos fueran reusados
condijo a las autoridades postales a utilizar un matasello que prácticamente
trituraba el sello sobre la carta. Los coleccionistas y aún los usuarios
normales del correo protestaron por el uso de estos procedimientos tan draconianos.
En vista de eso se comenzó a matasellar mediante una pincelada de anilina
magenta que dejaba sobre el sello una mancha indeleble. Tal matasello se conoce
como pincelada.
Este temor a que los sellos fueran re-usados sin embargo,
no se limitaba a España. El correo de los Estados Unidos recibió en el pasado
siglo una sugerencia de un ciudadano preocupado por la posibilidad de que los sellos
fueran falsificados. La solución según él era confeccionar el sello con una
mezcla de pólvora de forma tal que cuando se matasellara la carta el sello
estallara lo cual haría del todo imposible, como es natural volver a usar el
sello. Afortunadamente tan descabellada idea no fue aceptada y se da solo como
un ejemplo más de que como decía Descartes: “Solo la estupidez Humana es
infinita”.
Los matasellos son actualmente área por el cual los
coleccionistas han estado mostrando un creciente interés y con un poco de
dedicación y paciencia y sin necesidad de grandes inversiones se pueden montar
interesantes colecciones y anticipamos que durante los próximos 20 años será
una de las más hermosas áreas de especialización.
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