No. 177
El Caribe
6 de Agosto de 1983
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Por Danilo Mueses
Muchos estudiosos de la sicología de los pueblos se preguntan que hace
que un grupo y aun todo un pueblo siga una corriente de la moda, al tiempo que
echa de lado otra sin que la seleccionada sea en forma evidente mejor, más
bonita, o practica o tenga cualquiera otro de los atributos que van
generalmente asociados a aquello que la gente prefiere.
En un artículo que publicáramos en EL FILOTELICO señalábamos que si los
coleccionistas fuéramos a proceder sensatamente a la hora de seleccionar el
ejemplar que va a adornar nuestra colección, jerarquizaríamos nuestras
preferencias en el siguiente orden:
- 1. % apariencia (color y detalles)
- 2. Centrado
- 3. Perforaciones
- 4. Ausencia de defectos (dobleces, ventanas, roturas)
- 5. Goma
Bajo ese criterio, la importancia de la goma pasaría a ser secundaria y juzgaríamos
el valor y condición de un sello por el nivel en que responda a los cuatro
primeros puntos.
El asunto sin embargo no es así y en muchos de los países de Europa
occidental y en los Estados Unidos ha surgido la moda de coleccionar los sellos
con su goma original y sin que esta tenga ni aun la más ligera traza de haber
tenido bisagra, o sea en su condición de “never hinged” denominados en ingles
por sus iniciales “NH”.
Debemos tener presente que la tira de acetato no comenzó a usarse hasta
finales de la década del 20. Las primeras tiras fueron hechas de un material
inapropiado y miles de sellos se dañaron.
No fue hasta mediados de la década del 30 cuando un comerciante en
sellos llamado Morimer DeGroot compro enormes cantidades de acetato de celulosa
y puso a docenas de amas de casas a doblar y cortar las tiras las cuales vendía
bajo el nombre comercial de “Visi-Tray Mount” y ya para 1940 sus tiras
plásticas se vendían en todas las tiendas de sellos de los E.U.
Las tiras plásticas posibilitaron que los sellos pudieran montarse sin necesidad
de bisagras y fue la génesis del fenómeno de los “NH” tal como lo conocemos en
la actualidad.
En su principio, aunque muchas personas preferían montar sus sellos con
las tiras plásticas, la gente las consideraba más como una comodidad, que algo
hecho con el expreso propósito de preservar la goma en prístinas condiciones.
Por toda la década del 50 y 60 de este siglo, aunque había un grupo de
coleccionistas exigentes que demandaban que los sellos estuvieran NH, sabiendo
que todo sello anterior a 1930 que hubiera estado montado en una colección,
debía estar necesariamente con marcas de una bisagra en su goma, reservaban
esas exigencias para los sellos modernos.
De la década del 70 para acá, sin embargo, estimulada por una serie de
comerciantes y secundados por un grupo de coleccionistas de amplios recursos,
ha cundido la moda de los NH y se han comenzado a pagar precios exorbitantes
por ejemplares, muchas veces en condiciones que, en todo lo demás (apariencia,
centrado, perforaciones, etc.) son buenas, pero no excepcionales y recomendamos
no pagar precios de locura por un sello normal solo
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